Comentario
Yamaguchi cree haber puesto fuera de combate dos portaaviones y que sólo tiene enfrente a un tercero. Ordena un nuevo ataque a las 16.30 con los medios disponibles, cinco bombarderos y cuatro torpederos, pero lo pospone hasta las 18 horas al ver a sus hombres agotados, en ayunas y somnolientos.
Piensa que sus expertos pilotos tendrán más posibilidades de éxito al anochecer, pues será menos eficaz la caza enemiga y más impreciso el fuego antiaéreo. Pero nunca podrá comprobarlo.
El corneta del Hiryu comienza a tocar zafarrancho de combate a las 17.30. Sobre el último buque de Nagumo van a desplomarse las bombas lanzadas por 25 aviones del Enterprise, 16 del Hornet, una escuadrilla procedente de Midway y otra que llega de Hawai para reforzar la isla...
Cuatro bombas destrozarán la última esperanza japonesa. Durante la noche, Yamaguchi ordenará evacuar el buque y, con él a bordo, que un destructor lo torpedee.
Mientras, Yamamoto, muy lejos del escenario de la batalla, traza planes en el aire. Conoce la pérdida de sus tres primeros portaaviones, pero cree que la aviación enemiga está basada en la isla y en un solo portaaviones, del que se está ocupando el Hiryu.
La flota de Kondo está en camino. Piensa en una batalla al viejo estilo. Poco después del mediodía se entera de la existencia de tres portaaviones y de que uno ha sido incendiado por el Hiryu.
En esta tesitura ordena suspender los previstos desembarcos en Midway y las Aleutianas y que la fuerza de portaaviones ligeros que atacó estás últimas se dirija hacia Midway, en la creencia de reunir así tres portaaviones contra dos norteamericanos.
A las 18 horas se entera de la destrucción del Hiryu, pero aún mantiene planes agresivos. No puede contar con Nagumo, postrado por el desastre, y eleva a Kondo al mando de todas las fuerzas próximas a Midway. Kondo debe realizar un ataque nocturno con cuatro acorazados, nueve cruceros y 19 destructores.
Pero el mando norteamericano, consciente de su debilidad en una batalla nocturna, se retira al este durante la noche. En la madrugada del día 5 Yamamoto valora plenamente la situación y a las 2.05 ordena la retirada. En ella aún habrá de soportar otra pérdida: dos cruceros colisionan al virar, uno de ellos se hunde y el otro deberá aguardar casi un año para volver a entrar en combate.
Esa madrugada, un submarino solitario dispara varias andanadas contra Midway, en simbólica venganza por la tragedia de su flota. Será el canto del cisne y no el preludio de una invasión (4).
Sólo el fiasco de los norteamericanos, que persiguieron a los japoneses inútilmente durante los días 5 y 6, podrá servir de relativo consuelo a Yamamoto.